viernes, 27 de mayo de 2016

Tenemos un problema.


Buenas Noches.
 
Hace unos meses,  un antiguo y buen amigo se disponía a asistir, en una ciudad del norte de nuestro país, a dar un curso de formación en su materia, bajó de su casa con su equipo, lo cargo en el coche (cuatro maletas grandes) y cuando accionó el contacto, el coche dijo que no arrancaba.

Profesional y comprometido como es él, ni se le paso por la cabeza el no acudir a la cita y ni corto ni perezoso cargó sus cuatro maletas en un carrito que usa para transportarlas y se dirigió al metro. Allí esperó 10 minutos con sus maletas hasta que llegó el mismo, le costó subir pues era hora punta y estaba lleno, una vez arriba esperó sin sentarse, pues las maletas que son de grandes dimensiones no se lo permitían, tras recorrer dos paradas, se bajó en la que tenía que hacer un transbordo, allí permaneció entre la gente que subía y bajaba del metro hasta que llegó el suyo y se montó como pudo tirando del carrito, pues de nuevo el vagón iba repleto.
Cuando llegó a su parada de destino, se bajó y se dirigió hacia el centro de formación, en total 40 minutos de metro tirando del carrito y sus cuatro maletas. Después de la clase (seguro que magistral como es habitual) repitió la operación a la inversa hasta llegar a su casa.

Este hombre, profesor de explosivos, homologado por el Ministerio del Interior, artillero de minas y especialista en IED´S, forma al personal de seguridad en detección de artefactos explosivos improvisados, y en sus cuatro maletas lleva todo tipo de ellos, por supuesto, totalmente inertes y etiquetados como material de formación.
 
 
 

Y yo me pregunto, cómo es posible que una persona con cuatro maletas en un carro, llenas de explosivos inertes, se pasee durante 40 minutos por varias líneas de metro ( con los antecedentes que tenemos en este país y algún otro en el metro), en hora punta , en una ciudad azotada por el terrorismo durante más de 40 años , con un nivel estatal de alerta 4, en un servicio donde pueden llegar a confluir esporádicamente de uniforme o de paisano, policía nacional, guardia civil,
ertzaintza y policía local, y permanentemente personal de seguridad privada, repito, como es posible que nadie, absolutamente nadie, se haya percatado de su existencia, de tal manera que ya no hablo de pararle e identificarle, es que ni siquiera le miraron.

¿ Y si hubiera sido uno de los malos?.

En este país las fuerzas y cuerpos de seguridad y sus auxiliares cumplen sobradamente con su cometido, sobretodo en la lucha antiterrorista, de hecho estamos a la vanguardia de Europa, siguen fielmente los protocolos dictados con un alto porcentaje de éxito, pero quien establece políticamente estos protocolos  , en la situación en la que nos encontramos y con la amenaza que sobrevuela a todos los países europeos, quizás es demasiado complaciente ante la población pretendiendo dar una imagen de normalidad cuando en realidad, desde mi punto de vista, el riesgo existe y en demasiadas ocasiones se manifiesta. 

En todos los lugares de concentración de masas deberían existir protocolos más estrictos (asumiendo que esto pueda derivar en retrasos y molestias para el usuario), más personal, más formación, más medios, más coordinación y más información sobretodo a la población, pues vivimos en una burbuja ideal y cualquier día "nos la pinchan". 

Si no lo hacemos así, sinceramente creo que tenemos un problema.

 

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