No parece que la educación en
igualdad , las reformas legislativas, la concienciación social, las medidas de
seguridad, los protocolos de actuación , la intervención judicial...
Las órdenes
de alejamiento, las denuncias, los dispositivos electrónicos, los simposios
y conferencias, el rechazo social, las asociaciones, los partidos políticos,
los estudios, los observatorios, las casas de acogida, las unidades específicas policiales, la base
de datos viogen, el instituto de violencia contra la mujer, las campañas
publicitarias, y tantas otras iniciativas y medidas adoptadas, hayan podido
evitar que en esta semana Laura, al igual que otras 12 mujeres más en lo que va
de año hayan muerto asesinadas de mano de aquellos, asesinos encubiertos, que
un día les prometieron amor eterno.
Es difícil pensar que en pleno
siglo XXI, en un país civilizado, rodeados de avances tecnológicos de todo tipo
y en plena evolución social, del conocimiento y la comunicación existan entre
nosotros alimañas despreciables propias de otros tiempos, que bajo una
apariencia normal y de pertenencia a cualquier clase o estatus social, sean
capaces de vejar, humillar, destrozar y asesinar a las personas con las que
durante un tiempo ( antes de que aflorara su verdadera naturaleza)
compartieran juntos, parte de sus vidas.
No es momento de hablar de cuando
los asesinados son hombres, que los hay, ni tampoco de quienes realizan falsas
denuncias para beneficiarse de la situación legislativa que ampara a las
víctimas de la violencia de Género, haciendo un flaco favor a quien
verdaderamente sufre esta lacra, que también las hay.
Es momento de reflexionar y
pensar en cómo hemos podido llegar a esta situación, en como una sociedad
moderna y civilizada, en la que prima la reeducación y la reinserción frente al
castigo, es incapaz de erradicar esta deficiencia social, en como este
modelo estadísticamente falla, medida tras medida, año tras año, víctima tras
víctima.
Y entonces, Quizás tras la reflexión, tras tomar conciencia de que hoy muchas personas viven la cara oculta y oscura de San Valentin, podríamos llegar a pensar que la solución pasa por
aplicar frente a conductas de otros tiempos, medidas de otros tiempos.
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